Los llamamos automóviles, pero en realidad, llegarán a ser “autos” de verdad dentro de un tiempo. Comienza una carrera de avances y pruebas que nos llevará hasta el 2025, año en que los vehículos autoconducidos estarán ya establecidos.
No obstante, hasta entonces todavía vamos a ver cómo las compañías introducen tecnologías en los distintos coches. Obviamente, las marcas que más han innovado en el mundo de la tecnología del motor serán las primeras en aplicar lo que hayan desarrollado hasta el momento. Son varias las que, de hecho, ya están realizando pruebas con vehículos que son capaces de conducirse solos, aunque con capacidades bastante limitadas.
Las predicciones de futuro provienen de un nuevo informe de IHS Automotive, que prevé que para el año 2025 ya serán 230.000 los vehículos vendidos con tecnologías de autoconducción. Todavía habrá que esperar un poco más, hasta el año 2035, para que se establezcan firmemente estos coches, y alcancemos la cifra de los 11,8 millones de vehículos autónomos vendidos en todo el mundo. De estos, 7 millones serían capaces de llevar a cabo acciones del conductor, mientras que 4,8 millones serían totalmente autónomos, como taxis sin conductor. En total, ya habría 54 millones de coches autoconducidos en movimiento en el año 2035, siendo el año 2050 el que marcaría el momento en el que todos los coches contarían con algún elemento de conducción asistida.
El precio es uno de los problemas
Como siempre, una nueva tecnología también implica un mayor gasto. En este caso, además, debido al elevado precio de los vehículos, la diferencia será también mayor. En el año 2025 la tecnología de conducción autónoma supondrá a los compradores un gasto adicional de entre 5.000 y 8.000 euros. Cinco años después estaríamos hablando de un pago de unos 4.000 euros, llegando en el año 2035 a poco más de los 2.000 euros de pago adicional al comprar un coche, lo que haría ya que muchos usuarios optaran por estos vehículos por la baja diferencia de precio.
¿Menos accidentes, o más accidentes?
Todavía se mantiene el debate de si los coches de conducción autónoma serán un peligro o si aumentarán la seguridad. En la teoría, estos vehículos son más seguros, pues no tendrán que depender de los errores cometidos por un ser humano, ni de las imprudencias de estos. Se afirma, incluso, que la baja tasa de accidentes de estos vehículos, comparada con la tasa de accidente de los vehículos de conducción manual derivará en un aumento de las ventas de los autovehículos.
El mayor problema viene con los problemas de software que puedan producirse. Un fallo en el sistema, un reinicio indeseado, o un bloqueo, podría hacer que el coche, a una velocidad de más de 100 kilómetros por hora, ya no pudiera reaccionar antes de evitar un accidente. Por otro lado, también podrían existir los hackers que se dedicaran a infectar con malware los sistemas de estos vehículos. Estos hackers podrían incluso ser contratados por compañías automovilísticas para atentar contra otras marcas. Y no hay que olvidarnos de los peligros que ocasionaría el combinar vehículos conducidos manualmente y vehículos autónomos, pues estos últimos, en su primera fase de vida, tendrán que tener siempre en cuenta el posible error humano.
Las posibilidades son muy amplias, y los peligros tendrán que ser estudiados, pero de momento, ya son varias las compañías trabajando en vehículos autónomos. Nissan promete que su coche autónomo llegará en 2020. Toyota y Audi ya cuentan con sistemas de autoconducción en los que están trabajando. Mercedes se ha aliado con Nokia para conseguir desarrollar un sistema de conducción geográfica, y Cadillac apunta a mediados de década para presentar su prototipo. Google, por su parte, sería una de las que más habría avanzado hasta el momento. Incluso habrían tenido que llegar a la situación de fabricar su propio coche, debido a los problemas de negociación con un gran fabricante.